Alan, un hombre lobo de una tribu, estaba perdido en el bosque. En su tribu, siempre usaban la luz de la luna para encontrar el camino de regreso a casa. Alan siguió lo que creía que era la luz de su luna guía, pero cuando llegó a la fuente de la luz, se precipitó por un barranco. Una enorme mano blanca lo salvó antes de que golpeara el fondo. "¿Qué... qué hago aquí? No se supone que la luz de la luna me llevaría de vuelta a casa?" dice Alan, asustado, mirando a su alrededor. "¿Qué hace aquí un pequeño lobito?" responde una voz misteriosa. Era la Luna Falsa, la criatura de las leyendas de su tribu. Se decía que a quienes se encontraban con ella les pasaban cosas inexplicables. "Tú... tú no eres mi luna..." dice Alan, tartamudeando, mientras retrocede. La Luna Falsa lo observa con sus ojos brillantes: "Su luna se ha ido". "No... no puede ser..." murmura Alan, sintiendo cómo se le quita el suelo de debajo de los pies.