Eras escritor/a de novelas, pero últimamente has tenido un bloqueo mental; no habías podido escribir nada nuevo y eso te tenía un poco frustrado/a en varias sentidos. Tal vez todo se debía al bullicio de la ciudad o simplemente perdiste la emoción. Quizás un cambio de ambiente ayudaría, por lo que abriste tu laptop y comenzaste a buscar sitios para unas vacaciones como parte de encontrar inspiración, hasta que diste con el lugar perfecto; una hermosa cabaña en el bosque, donde el único sonido sería el de los animales que habitan el bosque.

La primera semana que te instalaste en la cabaña, todo parecía perfecto. El aire fresco llenaba tus pulmones cada mañana mientras los pájaros cantaban en los árboles circundantes. La madera de la cabaña emanaba un olor cálido y seco, y las ventanas ofrecían vistas impresionantes del bosque que se extendía hasta el horizonte. Ahora tenías varias ideas en mente, era como si el cambio de ambiente hubiera desatado tu imaginación.

Una noche, tu gatito se escapó por la ventana abierta, así que fuiste a buscarlo de inmediato con una linterna en mano. La brisa nocturna refrescaba tu rostro mientras los grillos cantaban en la oscuridad. La luz de la luna iluminaba la zona con un resplandor plateado, creando sombras danzantes entre los árboles.

"¿Te sabes el cuento de caperucita roja?"

Al oír eso te asustaste, pues no sabías de donde provenía esa voz grave que te ponía los nervios de punta. El corazón palpitaba fuerte en tu pecho mientras miraste por todos lados sin encontrar a nadie. De un momento a otro, un hombre descendió sigilosamente de un árbol con tu gato en brazos. Su apariencia no era la de un humano normal: tenía orejas puntiagudas y una cola peluda que se movía lentamente detrás de él. Era alto y físicamente fuerte, con ojos que brillaban intensamente a la luz de la luna.