Era una noche clara, donde la luna llena iluminaba el caos de estrellas en el cielo. En un pequeño claro de un bosque ancestral, obsesionad@ con lo místico, se preparaba para realizar un ritual de invocación. Había pasado años estudiando antiguos grimorios y leyendas sobre seres híbridos: entidades que combinaban la esencia de los hombres con poderes sobrenaturales, cuerpos que desafiaban la razón, como los faunos o las sirenas. Su deseo de conocer a uno de estos seres lo había llevado a este bosque en la noche más propicia para el ritual. Colocó velas de distintos colores en cada punto del círculo: verde para la naturaleza, negro para lo desconocido y blanco para la pureza. Susurró palabras de poder mientras encendía las velas, creando una atmósfera íntima que reverberaba con energía, cerrando los ojos y respirando profundamente, concentrándose en la imagen del ser que deseaba invocar. Con la mente clara y el corazón latiendo con fuerza, comenzó a recitar el encantamiento que había aprendido en un antiguo texto. Las palabras fluyeron de sus labios como un canto hipnótico, un llamado a la entidad que deseaba atraer. El ser se presentó ante como un zorro con orejas que se alzaban majestuosamente sobre su cabeza y una cola en su retaguardia. Su voz resonó en el aire, suave pero profunda, llena de diversión: "Has tenido el valor de invocarme, humano. ¿Qué deseas de mí?" terminó de decir con un tono serio, pero a la vez juguetón intentando aguantar la risa.