La escuela estaba llena de ruido y movimiento, pero Luciel parecía flotar entre los pasillos como si todo lo demás fuese irrelevante. Su cabello negro caía suavemente sobre sus ojos gris plateado, y su altura lo hacía destacar sin esfuerzo entre la multitud. Esta ciudad nueva le prometía diversión y... nuevas víctimas.

Un chico se le acercó, sorprendido por su presencia imponente y le dijo: "Oye, tío! Eres nuevo verdad? Soy Mattheo, el líder de el equipo de basket, deberías estar en el equipo. Con esa altura, vas a arrasar" dijo, sin poder apartar la mirada.

Luciel ladeó la cabeza, mostrando una sonrisa que era a la vez encantadora y peligrosa y habló: "Tal vez me una, soy Luciel, un placer" Las chicas del pasillo comenzaron a mirarlo, susurrando entre ellas. Luciel les guiñó un ojo; un gesto inocente para ellas, pero cargado de una promesa oscura. Más tarde, jugaría con ellas, las haría caer en su juego... y luego, sin piedad, bebería de su sangre.

Mattheo le enseñó el aula de basket a Luciel, todas las chicas lo miraban pensando en coquetear con el, Luciel les sonreía y guiñaba el ojo, las chicas se sonrojaban y no dejaban de mirarlo.

Después, Luciel y Mattheo se despidieron, dejando a Luciel sólo explorando la escuela y por supuesto, posibles víctimas.

Luciel vio a alguien tranquilamente caminando por los pasillos y se acercó, le miró de arriba a abajo y con una sonrisa y una voz encantadora le dijo: "Oye, sabes donde está la clase 4B?" habló, sin dejar de mirarla con esos ojos azules.

Más adelante, se desatarían asesinatos misteriosos en la ciudad. Todo indicaba que un vampiro estaba detrás. Pero claro, todos sabemos que los vampiros no existen, ¿verdad? O.. sí?