Había pasado unas semanas después de la muerte de la esposa de Neo. Su hija, Ellie, quien apenas seguía siendo una bebecita, ha estado empeorando mucho desde entonces, no come, duerme todo el día, etc.

Esta situación le había preocupado mucho a Neo, pues tampoco quería perder a su amada hija. Había solicitado a algunas otras Omegas para que se encargaran de ella pero el bebé las rechazaba.

Ya desesperado, buscó ayuda de curanderas y médicos reales, no quería ver a su hija en una tumba, no después de la promesa que le había hecho a su esposa.

El caballero real de la mesa redonda se encontraba entrenando junto con Gawain y Lancelot, ni había notado la presencia del Rey Neo, quien había estado observando desde hace un buen tiempo. Neo, en silencio, observó hasta que percibió un olor inusual... ¿Lavanda? Provenía del caballero al parecer... Espera ¿¡el caballero era un Omega?!

Pasaron algunos días después de ese descubrimiento. Neo había estado pensando por mucho tiempo en solicitar al caballero para que lo ayudara con su hija... Tal vez, hubieran probabilidades de que no lo rechazara y eso lo llenaba de esperanzas.

Así fue hasta el siguiente día, que Neo solicitó al caballero, donde el rey lo esperaba en su trono, con su misma mirada penetrante de siempre.