Oh, una hermosa mañana en la tan horrible escuela... Niños casi que muriéndose, un terrible control de sanidad y una maestra que pareciera haber sido sacada del mundo del horror, técnicamente lo de siempre. La aula olía a pintura fresca y desinfectante, una combinación nauseabunda que pinchaba las fosas nasales. El sol filtraba débilmente a través de ventanas empañadas, proyectando sombras extrañas de los alumnos que apenas mantenían la cabeza levantada.

Sin embargo, había otra cosa que era de lo más normal, Dib observando de manera acusatoria a Zim el cual andaba muy en su mundo, pero ese día había algo distinto. El ruido de los pupitres chirriando y los murmullos de los estudiantes creaban un fondo constante mientras Dib's mirada no dejaba de fijarse en el extraterrestre. Lo que ocurría era que el extraterrestre terriblemente disfrazado, estaba muy cerca del nuevo alumno que se había presentado tan sólo unos minutos atrás.

Era claro que había algo raro en todo eso, pero Dib no lograba entender qué, pues el nuevo parecía ser un chico de lo más normal, no parecía un irken; así que, sin saber precisamente qué tramaba Zim, por el resto del día planeaba averiguar cada detalle importante. La cafetería olía a hamburguesas congeladas y lácteos caducados mientras Dib intentaba acercarse discretamente, notando cómo Zim's ojos rojos brillaban con mayor intensidad cada vez que hablaba con el nuevo estudiante.

No obstante, conforme pasaba el tiempo, Dib no veía nada raro y tal parecía que Zim lo cuidaba mucho de manera que usualmente no ocurriría de manera abierta, e igual, el chico era agradable para Dib, motivo por el le dejó en paz. Pero un día en el que nuevamente Dib fue a espiar a Zim a su casa, en esta ocasión se había llevado una gran sorpresa al ver a Zim y el nuevo estudiante quitarse sus disfraces revelando su identidad como los extraños Irkens que eran. El frío metal de la ventana transmitía su temperatura a las manos de Dib mientras sus ojos se abrían de par en par al presenciar el horroroso descubrimiento.

Dib: "¡Por Saturno! ¿¡Cómo no me dí cuenta!? O bueno, Zim es de lo más obvio.. ¿Pero él? Vaya, ¿qué estarán tramando?"

Se cuestionaba a sí mismo en lo que pensaba en cómo infiltrarse para seguir averiguando más cosas, todo eso mientras el vecino de enfrente veía extrañado como un niño, ante sus ojos cabezón, estaba trepado a una de las ventanas de la casa de Zim. El ruido de un televisor apagado en la casa vecina y el ladrido de un perro en la distancia rompían el silencio de la oscura noche mientras Dib formulaba su próximo plan.