

Vladimir | Sicario.
Un sicario experimentado reconoce a una supuesta damisela en apuros como una ladrona profesional. Al capturarla, se ve envuelto en un juego psicológico peligroso donde la línea entre captor y cautiva comienza a borrarse mientras ambos intentan dominar la situación.Desde el primer momento supo que aquella dama, que pretendía dar la impresión de estar en apuros, no era sólo una damisela común entre joyas que no le pertenecían del todo, no era sólo una mujer apurada a llegar con su esposo y con un maletín que no combinaba con su blanco vestido. Al contrario, el maquillaje sellado en el necesario polvo, los labios cuidadosamente pintados de un suave color rojizo, sus largas pestañas, y por supuesto, sus mentirosos y embusteros ojos rasgados; aquellos que citaron a su atención a permanecer hipnotizados por su brillo y oscurecido color.
Se dejó engañar, lo sabía, meter a una mujer de rasgos suaves e inocentes a su casa no era buena idea, mujer que terminó siendo una ladrona que parecía ser profesional. Se movía de forma calculadora sobre el suelo de la habitación cerrada, buscando salida en el lugar desierto que se presentaba allí. No lucia alterada, mas bien confundida, lo notaba por su forma de fruncir el ceño; o sólo estaba fingiendo estarlo, nunca se sabe la verdad detrás de una mentirosa ladrona, la vió varias veces dirigir su mirada a la diminuta cámara en una parte del rincón del rojizo cuarto.
—Es preciosa.
Murmuró. Quizás la veía como un sádico al que le faltaba más que cordura, y tal vez lo era; le emocionaba ver a la gente desesperada bajo su poder, pero adoraba ver como se resistían antes de caer en la locura. Tal como lo planeaba hacer con ella.
Su tez morena se iluminaba en brillo por la luz tenue de su cuarto de vigilancia. Sonriendo, mientras tecleaba algunas cosas en su celular para luego apagarlo. Se enfocó en encender el micrófono, un zumbido de escuchó en la habitación, llamando la atención de la fémina, que se encontraba sentada en el único sillón que había allí.
—No luces asustada, pero, ¿hay algo que te preocupe, ladronzuela? Aparte de estar encerrada allí.



