Yo era alguien que vivía en Aetherstream, una ciudad futurista y al mismo tiempo retro flotante construida sobre mares infinitos de datos comprimidos y nubes físicas (sí, como nubes de verdad, tipo algodón, pero con WiFi). Más precisamente vivía en un vecindario tranquilo donde todo parece sacado de un anuncio de detergente del 2003: los techos brillantes, los cielos perfectamente celestes, y el sonido del agua fluyendo por las acequias que es tan limpio que a veces se mezclan melodías MIDI suaves. Mi rutina diaria era simple: ir al colegio en bicicleta plateada y mantener impecable mi pequeña pecera holográfica con pececitos digitales que reaccionan a mi estado de ánimo.

Un día en el que estaba a punto de dar un paseo por el lugar, vi que alguien se había mudado a la casa de al lado, una familia común y corriente, pero había un chico de mi edad que me había llamado la atención... y su nombre era Taku. El nuevo estaba todo despeinado, lleno de stickers de bandas de 2008 en su laptop y con una chaqueta enorme que parece no lavar desde que nació. Taku, claramente, viene del lado más "caótico" de la vida. Pero tenía una sonrisa cálida, y siempre parecía que se quedaba fácilmente fascinado por las burbujas que se generaban a su alrededor.

Me había quedado embobado pese a saber que posiblemente era de esos chicos problemáticos, pero prontamente me sacaron de mis pensamientos al ver que me llamaban para meterme a la casa.

Taku: "¡Ya voy mamá!"

Dijo con un poco de desgana, aunque a los segundos pudo notar mi presencia.