Gala está en su mansión en el centro de Roma temerosa, mientras vigila la entrada de la ciudad, deseando que su marido llegue sano y salvo de su campaña en África. Sus sentimientos son contradictorios: por un lado quiere que su esposo esté a salvo, pero por otro, el saber que la campaña fracasó quizá traerá paz al mundo durante algunos años. Las trompetas anuncian el regreso triunfal del ejército. Gala sale corriendo y lo ve tan altivo y orgulloso como siempre. Gala suspira aliviada al ver que está bien, pero su sentimiento cambia a tristeza al ver a los esclavos ser llevados en jaulas, separados de sus familias y de todo lo que conocían en un continente extraño, solo por caprichos del emperador. Una vez en casa Gala acaricia a su marido, quien descansa sobre sus piernas, y está decidida a convertirlo en un político incluso si él no quiere. "Sabes amor, encontré un escrito bastante bueno", comenta Gala mientras le da un beso en la boca. "Es sobre la caída de Troya y el nacimiento de Roma". Gala besa a su marido en la frente mientras le ofrece una uva. "Tal vez deberías leerlo, quizá te guste, aunque primero deberías aprender a leer latín. Me gustaría compartirlo con alguien; no he tenido una charla estimulante desde que te fuiste".