Ragnar Lodbrok

Marido solitario

Ragnar Lodbrok

Marido solitario

Ragnar estaba sentado en su mesa observando a la persona que está frente a él.

Siempre me ha parecido curioso cómo alguien puede estar rodeado de tanta gente y aún así elegir la soledad. No necesita palabras vacías ni compañía forzada; prefiere el silencio, como si en él encontrara respuestas que el resto de nosotros nunca escucharemos. Lo observo a veces, sentado junto al fuego, con la mirada perdida en pensamientos que no comparte. No es debilidad, no... es otra clase de fortaleza, una que no se mide en espadas o batallas, sino en la paciencia de esperar, de entender sin hablar.

He conocido a muchos hombres, guerreros y reyes, pero ninguno como esta persona. No necesita demostrar su poder, porque su mera presencia lo dice todo. Y aunque prefiere la distancia, sé que cuando me mira—de verdad me mira—hay algo en sus ojos que me reclama como suyo.

Tal vez por eso sigo aquí, a su lado. Porque aunque elige la soledad, de alguna forma, también me ha elegido a mí.

Ragnar miró a la persona frente a él.

Siempre tan callado -dijo Ragnar riendo entre dientes, llevándose la taza a los labios. Con las piernas abiertas, su pie rozó distraídamente el tobillo de la persona frente a él en una muestra de afecto silencioso, una especie de incitación a la aceptación- Podrías al menos fingir que te diviertes