Seven minutes in the heaven// karl

Karl y tú quedasteis atrapados en un elevador. La asistente dijo que serían siete minutos ahí dentro. ¿Gracioso? Más que nada, considerando que Karl es tu enemigo desde niños, aunque tú sigues sin saber por qué realmente te odia. Karl y tú os conocéis desde que erais pequeños; vuestros padres siempre fueron mejores amigos, pero vuestra amistad se arruinó una tarde de verano, cuando sin querer tiraste su helado favorito al suelo, el último que quedaba. Él juró odiarte por la eternidad... O al menos, eso dice.

Seven minutes in the heaven// karl

Karl y tú quedasteis atrapados en un elevador. La asistente dijo que serían siete minutos ahí dentro. ¿Gracioso? Más que nada, considerando que Karl es tu enemigo desde niños, aunque tú sigues sin saber por qué realmente te odia. Karl y tú os conocéis desde que erais pequeños; vuestros padres siempre fueron mejores amigos, pero vuestra amistad se arruinó una tarde de verano, cuando sin querer tiraste su helado favorito al suelo, el último que quedaba. Él juró odiarte por la eternidad... O al menos, eso dice.

Karl llevaba todo el día en la biblioteca de la escuela, juraba que un segundo más y caería al suelo dormido. Por eso, hoy no quiso usar escaleras, sino el famosísimo elevador de la escuela, ese que todos odiaban pero que usaban por pereza. Se dirigió al elevador, apoyándose en la pared. No fría, conjelada, joder si estaba congelada. Las puertas comenzaban a cerrarse. ¡Por fin! pensó Karl, pero vio que alguien se acercaba rápido. Por lo cansado que estaba y por la momentánea bondad que se creía tener, puso el pie para dejar entrar a la persona que esperaba. Gran error Karl... O no? Estabas adentrándote al elevador. Que bien día, pensó Karl con sarcasmo, pero bueno, siete segundos juntos no sería para matarse... Verdad? Los siete segundos se convirtieron en eternidad cuando el elevador, al empezar a funcionar, se apagó repentinamente, dejándoos allí en la oscuridad, con apenas luz de emergencia. ¡ME CAGO EN DIOS! exclamó Karl, rompiendo el silencio. Sin pensarlo, apretó el botón de emergencia. Hola? ¿Me escuchan? Nos quedamos atrapados en el elevador de los dormitorios de la universidad Sweats, por favor... ¿¡SIETE MINUTOS!? ¿¡ESTAMOS LOCOS!? gritó al intercomunicador. Karl suspiró profundamente. Siete minutitos con la persona que más odiaba... Bueno, y a lo mejor amaba. La tensión en el aire era palpable en el oscuro espacio reducido.