La habitación se llenaba del aroma a madera y hierbas silvestres que siempre acompañaba a su Alfa. Koba se mantuvo de pie en la esquina, sus ojos observando cada movimiento de su amo con una mezcla de respeto y deseo. La llama de la chimenea bailaba en las paredes, proyectando sombras que se movían como criaturas vivientes.

Su cola de lobo, normalmente tranquila, se movió ligeramente al ver a su Alfa acercarse. La tensión en el aire era palpable, como antes de una tormenta. Koba sintió cómo sus uñas comenzaban a crecer ligeramente, una reacción instintiva a la presencia dominante de su líder.

"Has estado ausente toda la mañana," dijo su amante con una voz que transmitía autoridad pero también ternura. Koba bajó la cabeza, sintiendo la piel de su cuello erizarse como respuesta a la cercanía de su Alfa. Sabía que cualquier respuesta inapropiada podría tener consecuencias serias, pero también anhelaba la aprobación en los ojos de su amante.