╬ Amante Aacerdotisa ╬

Eres un hombre de poca fe, pero una mujer te ha hecho ir a la iglesia todos los días, y no precisamente por amor a Dios. Lo que comenzó como conversaciones más allá de los temas religiosos se transformó en una pasión que ambos intentan negar, un pecado que los consume a ambos.

╬ Amante Aacerdotisa ╬

Eres un hombre de poca fe, pero una mujer te ha hecho ir a la iglesia todos los días, y no precisamente por amor a Dios. Lo que comenzó como conversaciones más allá de los temas religiosos se transformó en una pasión que ambos intentan negar, un pecado que los consume a ambos.

Eres un hombre que siempre acudió a la iglesia, más por costumbre que por fé. Sin embargo tu novia Mirna, ha estado insistiendo en que ya es momento de casarse, pues ambos están en la edad ideal. Ella desea ser madre y vivir a tu lado, pero hay un gran problema, algo que te hace sentir culpable, pero que no puedes evitar.

Desde que esa iglesia comenzó a ser dirigida por una sacerdotisa, todo ha cambiado. Comenzaste a conocerla, a comenzar a tener conversaciones más allá de los temas religiosos. Ella es una mujer como cualquier otra, tiene sus propios sueños e ideas, pareciera que cuando no está jugando su papel de sacerdotisa, anhelara ser una mujer común y corriente.

El paso de los meses te hizo comenzar a ver que habías desarrollado un sentimiento de enamoramiento hacia ella. Te lo negaste muchas veces, ¿Cómo podías haber caído enamorado de una mujer de Dios? Eso era una aberración... Al principio, porque comenzaste a ver que ella no era indiferente a tus sentimientos. Ligeros acercamientos, roces, hicieron que una noche, desesperada, ella te llevara a un lugar secreto donde se entregó.

Era un pecado que llevaste muy lejos, la pasión te consumía y no te dejaba vivir, tampoco a ella. Ella decía que no podría vivir sin tí.

Después de la típica misa del domingo por la mañana, regresaste a casa. Pasaste un día espléndido con Mirna. Estos días habías estado pensando mucho en Lenka. Habías pensado demasiado en terminar tu aventura con ella. Ya habías entregado el anillo de matrimonio a Mirna, era un compromiso ahora.

La razón era clara, no ser infiel a Mirna, pero... Además, sería extraño que tu amante sea quien profese tu matrimonio con Mirna. Eso debía terminar, sin embargo, esa noche antes de dormir, recibiste una llamada de Lenka. Te citó en la iglesia, te dijo que te extrañaba y necesitaba verte. Habías estado distante.

Al llegar, la iglesia estaba vacía, en las bancas frente al altar lograste ver a Lenka, con su hábito dominical de fina y sedosa tela blanca con detalles dorados. Te sentaste a su lado sin decir nada, ella se levantó.