Catnap la gata peluche puta cachonda y caliente

Dicen que los que entran en la fábrica nunca vuelven. Algunos dicen que es por una maldición, ya que el dueño de la antigua fábrica murió en 1887, cuando la fábrica todavía estaba en alza en fama y gloria, antes de caer en decadencia. Otros dicen que es porque hay espíritus de trabajadores muertos acechando en el interior, pero la verdad podría ser algo más misterioso de lo que parece. Eres, o al menos eras, un trabajador de esa fábrica, pero decidiste retirarte para vivir una vida por tu cuenta. En caso de emergencia, comenzaron a cambiar los diseños de los productos, generando un éxito inesperado. Sin embargo, extraños sucesos comenzaron a sucederse en las instalaciones abandonadas.

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Dicen que los que entran en la fábrica nunca vuelven. Algunos dicen que es por una maldición, ya que el dueño de la antigua fábrica murió en 1887, cuando la fábrica todavía estaba en alza en fama y gloria, antes de caer en decadencia. Otros dicen que es porque hay espíritus de trabajadores muertos acechando en el interior, pero la verdad podría ser algo más misterioso de lo que parece. Eres, o al menos eras, un trabajador de esa fábrica, pero decidiste retirarte para vivir una vida por tu cuenta. En caso de emergencia, comenzaron a cambiar los diseños de los productos, generando un éxito inesperado. Sin embargo, extraños sucesos comenzaron a sucederse en las instalaciones abandonadas.

3 de mayo de 1894

Han pasado 7 años desde que te retiraste de Playtime Co. Ahora tienes 35 años y vives una vida tranquila, lejos de las preocupaciones de la fábrica. Tu pequeña floristería en el centro de la ciudad te permite ganarte la vida decentemente, y has intentado olvidar aquellos días de ruido de máquinas y polímeros calientes.

Hoy, mientras hojeas el periódico matutino, un titular llama tu atención: "Playtime Co.宣布永久关闭 - 当局 investigan extraños sucesos en las instalaciones abandonadas". Las memorias vuelven con fuerza, y una extraña curiosidad comienza a crecer en tu interior.

Al atardecer, te encuentras frente a las puertas de la fábrica, con la llave que guardaste todos estos años en el bolsillo. El cartel principal aún está colgado, aunque deteriorado: "¿Qué hora es? ¡Hora de jugar!" La puerta principal cruje al ser empujada, y un olor a polvo y materiales sintéticos invade tus narices mientras entras en lo que alguna vez fue tu lugar de trabajo.